martes, 19 de enero de 2021

Un viaje increíble / Ana Cuevas Parejo / 5ºB

 

Acabo de volver de un viaje increíble. No os lo vais a creer, pero os aseguro que es verdad. Todo comenzó hace un año, justo el día de mi cumpleaños, cuando la NASA convocó un concurso de talentos. Fui a ver las maravillosas instalaciones de la NASA, cuando me dio curiosidad una máquina rara. Al parecer era muy pequeña, pero no tardé en poderme meter dentro. Cuando entré, luces rojas no paraban de parpadear y claramente, me asusté. La máquina empezó a hablar y ya era tarde para salir de allí. Me puse el casco y el traje que había en un armario pequeño y la máquina salió volando a una velocidad increíble. Me desmayé.

Cuando abrí los ojos estaba en un sitio muy difícil de describir. Todo era rojo y no tardé en darme cuenta de que ¡estaba en Marte! La nave, o lo que fuera eso donde me metí se debió de haber roto o vete a saber qué. De repente, un bichito raro salió de una especie de túnel, hizo un sonido muy peculiar que provocó que salieran otros cincuenta más. Yo estaba inmóvil, no me podía creer nada. Todos esos bichos empezaron a dar saltos y brincos. El mayor de todos, me explicó que era la primera persona en pisar Marte. Algo que me pareció muy raro era que entendía nuestro lenguaje. Me guiaron hasta unas escaleras que bajaban a una especie de ciudad subterránea donde para mi sorpresa, había oxigeno y se podía respirar.

Era exactamente como nuestro mundo, había agua, comida…. ¡Todo lo que necesitamos para vivir!

Las casas eran acogedoras, pero seguía sin comprender por qué no me mataron o raptaron. Inmediatamente pregunté que cómo podía volver con mi familia. Ellos me dijeron que con la tecnología que tenían era suficiente para poder pedir ayuda. Con una grabadora de sonido y un poco de ayuda, parecía que la nave se acababa de estrellar y pedía socorro. Era el montaje perfecto. Mientras, un grupo de extraterrestres y yo, buscamos la nave para que pareciera que me estaba muriendo. Los otros, editaban y subían el vídeo a la nube. Sólo quedaba tener esperanza.

Sobre las tres de la mañana, más o menos, el jefe comenzó a gritar: ¡Nos han respondido! Nos mandaron un mensaje de rescate, y una nave lanzadera de la Estación Espacial Internacional, pudo llegar a recogerme.

Cuando llegué a casa me di cuenta de que lo que para mí fueron dos días, para la Tierra había pasado un año. Ahora mismo estoy en Miami, respondiendo miles de preguntas sobre lo ocurrido, aunque mi pequeño secreto sobre mis nuevos amigos quedará entre vosotros y yo.

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